VENEZUELA TAMBIÉN SE ENCUENTRA EN CRISIS HUMANITARIA: Una red de refugiados venezolanos

Vemos que una vez más que los líderes europeos declaran sobre el reparto de refugiados, los que llegan en pateras, los que escapan de las guerras. El drama de esa gente es inimaginable.
La foto de Aylan, tendido la playa que fue su destino final, conmueve, duele adentro. Pero también duelen los niños muertos a manos del hampa descontrolada.

Así, del drama que sí puedo hablar es del de mis paisanos venezolanos, que también sufren una crisis humanitaria, aunque ningún euroestado haya querido reconocerlo expresamente, pero que es más que evidente.

Acabo de regresar de Venezuela, donde aprendí que todas las historias que escuchamos a diario son, apenas, un muy pálido reflejo de la realidad. En mi tierra de origen se vive una guerra no declarada, donde mueren tantas personas a manos del hampa y del hambre como en los conflictos del Medio Oriente, con toques de queda no decretados por el régimen, sino declarados por el sentido común, y un desabastecimiento que no permite llenar las necesidades calóricas básicas de un gran segmento de la población, muy al margen de su estatus social.

Millones de horas hombre perdidas en la inacabable y normalmente infructuosa búsqueda de medicinas para mantenerse más o menos sanos, de arroz, de jabón, de harina, de aceite, de pollo, de toda esa larga lista de “no hay”.  El andar con la cabeza gacha, mirada baja, pendiente de la bolsa de la compra que carga el que camina a tu lado y la pregunta “¿dónde consiguió eso?” y el responder de la gente sencilla, sin egoísmo, “en tal sitio”.

La esperanza desesperada del “algún día todo cambiará”, para sufrir de Gattopardo, donde todo cambia para que nada cambie. La lucha por llegar a fin de mes adquiere ya carácter épico. Sobrevivir se ha hecho un deber. ¿Vivir? ¡Ni de coña!

Esta lista es demasiado corta, pero es que si escribiera todo, ya sería demasiado larga.

Y no podría contarles lo que quiero: el reconocimiento por parte de España de que en Venezuela existe una crisis humanitaria.

Que en aquella tierra que me vio nacer, pero que ya no es mi país, se vive una emergencia humanitaria, que se junta además con un déficit democrático ante el cual el mundo entero ha hecho la vista gorda. O sea, que como no es suficiente con el deambular en busca de comida, el rollo se agrava con el miedo que, espeso, cubre a la gente, y la absoluta impunidad que rodea a los que reparten comisiones, hacen negocios con el régimen y/o roban a manos llenas, políticos o no.

 

Y he aquí que la aplicación estrictísima de la Ley 12/2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria, ha cerrado esa puerta para demasiados venezolanos que son, efectivamente, refugiados, y no solo por razones políticas.

Creo que es hora que toquemos a esa puerta, y comenzar a abrirla.

Creo que es necesario que en todas las provincias de España ha de retumbar nuestra voz. Que nuestras comunidades organizadas pidan audiencia a los Delegados de Gobierno, que los que la puedan pedir a Moncloa también lo hagan, para que se declare que Venezuela sufre una crisis humanitaria.

Que nuestros paisanos puedan venir a España y ser recibidos como solicitantes de asilo, eso es lo que quiero.

Y no es un capricho, sino una justa retribución. Aquella otra Venezuela que reposa en nuestros recuerdos recogió a los exiliados de la Guerra Civil, a los de los tiempos de la miseria, a los que supieron y creyeron que nuestra otrora soberana nación era Tierra de Gracia.

Pero para cobrar, tenemos que organizarnos. No basta una petición en change.org, hay que hacer ruido. Buscar contactos en la prensa. Recordar que la vida nos dio una oportunidad cuando nos vinimos a España, y comprometernos con los que todos sabemos que están verdaderamente necesitados. Como grupo, veo a los cientos de chicos que usaron el visado de estudiante como una vía de escape, pero como individualidades reconozco a muchos que se mueven en mi entorno.

Eso quiero. Eso me gustaría. Como que si en Península lo hacen, o no, ustedes dirán. Pero en Canarias nos vamos a mover. Llevaremos nuestra voz al Presidente de nuestra Comunidad Autónoma, Fernando Clavijo. Al Subdelegado de Gobierno en Santa Cruz de Tenerife. Y si puedo, a los Ministerios de Exteriores y de Empleo.

A ver quién se pega. Y es solidario. O ve la oportunidad de aprovecharse de esta iniciativa: no me importa. A currar por lo que debe ser, y aplicar, en Justicia y Derecho, a residencia en España.